Treinta años atrás comenzaba mi carrera como profesor en una escuela rural en la ciudad de Kitami, ubicada en la isla de Hokkaido, en Japón. La isla está ubicada al norte del país, por tanto, el invierno dura seis meses, desde noviembre hasta abril. En días despejados, desde el mar, es posible divisar a Rusia.
El año escolar comienza en abril. Aún existe nieve en las veredas y las calles tienen áreas congeladas. Cuando los alumnos vienen a la escuela, ellos suelen contar cuántas veces han resbalado en el camino.
En ese tiempo, como todos los profesores de la escuela, cinco minutos antes de la clase ya estaba esperando frente al aula designada. Cuando la campana sonó, entré a la clase.
El procedimiento incial fue así:
El alumno representante del curso dio la señal: «¡De pie!»
Todos los estudiantes se pararon.
El representante dijo: ¡Saludo!
Todos los estudiantes, con voz fuerte dijeron: ¡Por favor! e hicieron una venia.
Les ordené sentarse y di comienzo a mi clase: «Estudios de Religión». Expliqué el tema del trimestre, el modo de calificación y el texto que íbamos a utilizar. Los estudiantes mientras tanto tomaban notas en silencio. De pronto, un alumno levantó la mano y preguntó
-Sensei, ¿cuándo es la fecha del examen?
Le contesté que a comienzos de julio. Pero la palabra «Sensei» quedó resonando en mi interior.
«Sensei» tiene una energía distinta y no significa profesor. De suyo, los kanji (caracteres chinos):
SEN =anterior, SEI nacer. Sensei significa, entonces: «una persona nacida antes que uno mismo».
Antiguamente, vivir más significaba tener más experiencia y conocimientos. Por tanto, cuando los estudiantes, al comienzo de la clase dijeron «por favor» al profesor, literalmente le estaban diciendo: «Por favor comparta sus conocimientos con nosotros».
Ya fuera de la clase, al encontrarme con los mismos alumnos en el pasillo, se detenían y con una venia me daban un saludo reverente.
-¿Por qué tanta cortesía?
Porque en Japón, «sensei» es un término honorífico que se utiliza para dirigirse a un maestro, médico o alguien con una experiencia mayor. Es un término común utilizado en muchos campos, incluídos los deportes, las artes marciales, la música.
Por tanto, «sensei» es un término otorgado por las personas que están aprendiendo. Un profesor no puede atribuírse a sí mismo este término. Si quiere decir «Soy el profesor…» entonces puede utilizar el término «Kyoshi» que es neutral y denota su ocupación.
Treinta años más tarde, al igual que en mi primera clase, reflexiono y me pregunto, ¿qué me motiva a seguir enseñando»? La primera motivación es: «sensei» por toda la potencia espiritual que implica y, la segunda es la expresión «por favor*». Dos vocablos que juntos, constituyen la razón fundamental para que hagan de mi vida en la docencia, una experiencia única.
*Onegai shimasu.
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Con algunas modificaciones, este artículo fue publicado en elmundodelareflexion.com el 16 de noviembre de 2023. Foto © j-blog.uk.